—Somos unos auténticos hijos del átomo.
Por El Perplejo Sideral
elperplejo@astronomos.org

http://www.astronomos.org

Sociedad Astronómica del Planetario Alfa
Centro de Astronomía y Ciencias de la Tierra, A.C.
 

“El universo está formado por espacio vacío y un número (casi) infinito de partículas invisibles y autopropulsadas”
Demócrito, hace casi 2500 años.

— Demócrito, si no sabes controlarla ¿para qué la fumas? Me imagino que así le decían sus paisanos al extravagante griego cuando expresaba ideas como las del átomo. Canijos griegos, sus ideas estaban muy por delante de su tecnología. Los griegos no experimentaban mucho, pero qué tal pensaban.

Definitivamente los átomos son complejos. Cada vez que tomamos el salero en la mesa y unos granos caen fuera de nuestro plato, cada uno de esos pequeños granos de sal tiene un trillón de átomos de sodio y un trillón de átomos de cloro, y el que no lo crea que empiece a contarlos…..—cerramos a las 10:00. —

Ni me digan que no. Los átomos son complicados. De Demócrito a Schrödinger y del cuchillo de Leucipo al acelerador de partículas sincrotrón, no ha habido modo de comprenderlos a plenitud y es por eso que planteo la idea de que los átomos son de naturaleza femenina. ¿Cómo si no? A ver, entiendan que algunos creen que las mujeres son huecas y cuando las esculcas te das cuenta de que están llenas de ¡cada cosa!; cuando ya crees que las conoces, las avientas y despiden centenares de particularidades. Es bien sabido de que nunca se sabe -bien a bien- en dónde están las mujeres ni los electrones de los átomos. Los átomos a veces son fríos, duros, materia sólida, pero cuando se encuentran con el factor adecuado, se derriten, igual que las mujeres. Es decir, cambian de un estado a otro ¡y son las mismas! (E=mc2).

¿Siguen leyendo hasta aquí?

Para que pudiesen hacerlo, debieron de agruparse de una manera compleja, incomprensible, sofisticada pero servicial, trillones y trillones de átomos. No volverá a ocurrir; la conformación tan especializada que se dio es tan particular que solo existirá esta vez. Hasta el momento de tu aparición en este planeta, estos átomos participaron de manera corporativa y sin queja, para mantenerte como hasta ahora y permitir este estado tan agradable —para algunos no tanto— que se llama existencia.

Los átomos ni siquiera saben que están ahí y que te han servido. No ven y no sienten, pero te sirven. Ahora, ¿por qué se toman esta molestia los átomos? Quién sabe. Al final, de las 650 mil horas que en promedio suman una vida humana, la existencia quedará reducida a un montoncito de fino polvo atómico, pero por mientras, nuestros átomos responderán a un único impulso riguroso: Que sigamos siendo lo que somos. En resumidas cuentas, polvo somos y en polvo nos convertiremos. Snif.

Así es mis amigos, la vida en el mundo de la química es fantásticamente prosaica: Por 32 pesos en la tlapalería de la esquina puedes conseguir unas pizcas de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, un poquito de calcio de azufre y un espolvoreo de alguno que otro elemento más corriente que común. ¡Aunque en promedio seamos 70 mil cuatrillones de neutrones, protones y electrones! Y luego dicen que no somos nada.

Cosa curiosa, en el Universo el asunto no es tan así. En la Tierra, los mismos átomos que parece que tan gustosa, amable y servicialmente se agrupan para formar vida, los mismos átomos, en el Cosmos, pareciera que se niegan a hacerlo. Hasta donde sabemos. —Exobiólogos, no convulsionen—

Lo único especial de los átomos que te componen es…. que te componen.

Si los átomos hacen o no vida en otros rincones del Universo no lo se, lo claro es que sí hacen todo lo demás. Aquí y allá. Hacen al león y al agua que se bebe; al antílope que persigue y al árbol que le da sombra. Hacen a las estrellas, a las rocas y también a los planetas. A los mares y ríos; peces, pescadores, bañistas, salvavidas y a Pamela. ¡Ah, que placentero Universo hacen los átomos!

Desde aquí vaya un agradecimiento a los átomos. Hasta los perplejos como yo estamos conformados de átomos. En unos días habré de confirmarlo. Me han dicho de la necesidad que tengo de practicarme una Resonancia Magnética Nuclear (RMN), debido a unos dolores de cabeza muy recurrentes que experimento. Pregunto: ¿Eso qué es y cómo funciona? ¿Con la RMN sabrán diagnosticarme si tengo un diamante en mi cabeza? — Eso del diamante en la cabeza es una leyenda urbana de mi pueblo —

Alineación y balanceo de los mis (?) protones.

Todos sabemos que más del 50% del cuerpo humano es agua y que el agua tiene átomos de hidrógeno y oxígeno, y cada uno de los núcleos de hidrógeno tiene un protón. Pues bien, harán re-temblar en su centro al protón.

Los aparatos de RMN, como su nombre lo sugiere, utilizan campos magnéticos muy potentes, de aproximadamente 60 mil veces el campo magnético de la Tierra. Así pues, me colocarán como paciente en ese aparatito, y el hecho es que cada uno de mis (?) protones se comporta como un pequeño imán, alineándose y oscilando en la dirección que impone el campo magnético. Luego, “se golpeará” a los protones con algo de energía, impulsándolos (haciéndolos vibrar) como ondas de radio. — adivinen una cosa: los instrumentos de RMN tienen el mismo tipo de circuitos electrónicos que las estaciones de radio. Algunos equipos de RMN utilizan incluso la misma frecuencia que la radio FM, entre 88 y 108 megahertz (88 a 108 millones de ciclos por segundo) — Los protones vuelven a ordenarse de acuerdo con el campo, devolviendo la energía que habían recibido antes, emitiendo ondas electromagnéticas (de radio), cuya frecuencia dependerá del medio que los rodea, tales como músculo, hueso o tejido canceroso.

Luego, los datos serán leídos e interpretados con tecnología diseñada para tal fin y listo. Saldrá una fotografía de mi cerebro. Espero tenerlo, en primer lugar. Luego les aviso.

A los lectores internautas que me escribieron diciéndome que extrañan el boletín de la SAPA y los artículos del Perplejo, muchas gracias. Me hicieron sentir atomisisima maye.
 

Saludos
El Perplejo Sideral.
elperplejo@astronomos.org