Crónica de un evento que a pesar del agua no se agüitó
Por Alejandro Correa Benítez/SAPA
Mis intenciones de llegar desde temprano eran enormes, pero circunstancias familiares, me retrasaron (mi mamá me preparó un molito de olla que ¡mmmhhhhh!).
El caso es que cuando llegué, como a las 18:30, a Las Islas de la UNAM, una enorme explanada con unos “islotes” de árboles, el aguacero estaba en pleno. Protegido con mi impermeable “amarillo discreción” di un recorrido por las diferentes carpas donde había exhibición de equipos, libros entre otras cosas. Estas carpas se veían atiborradas de gente guareciéndose de la pertinaz lluvia, que no cedía. Llegué, por fin, al local de los amigos de Astronomía Educativa, donde fui efusivamente recibido.
La gente preguntaba por la observación: ¿Se va a suspender?¿Sus telescopio pueden ver a través de las nubes? ¿Cómo le va a hacer par que se vea Saturno? A los cuales se les contestaba con toda la amabilidad posible que dependíamos de las nubes.
Por ahí de las 20:00. por fin paró la lluvia y unos minutos después se comenzaron a observar pequeñísimos claros entre las nubes. De repente que se ve en un hueco la Luna. No hice más que mencionarlo para que todos los compañeros de Astronomía Educativa saltaran sobre los telescopios y empezara el montaje.
En unos minutos teníamos ya un gentío esperando su turno para asomarse a apreciar la Luna. El claro se fue agrandando y resplandeció Venus.
Ya para entonces el ambiente en Las Islas era de total fiesta. Al fondo estaba instalado un templete, donde pudimos escuchar música virreinal y del medioevo, música folklórica latinoamericana, un ensamble genial, Audioflot, son una música puramente ecléctica, con los más variados instrumentos, para finalizar con un excelente grupo de jazz latino.
En este estrado el maestro de ceremonias era nada más ni nada menos que nuestro buen amigo Rolando Ísita, que entre grupo y grupo amenizaba con comentarios referentes a la ciencia y su divulgación con su característico buen humor y en un tono y lenguaje que era muy bien acogido por la gente que escuchaba. Aproveché un momento para saludarlo y él a su vez envió sus saludos a la Sociedad Astronómica del Planetario Alfa.
Mientras esto sucedía se abrieron otros huecos que por momentos permitían la observación de Marte y de Saturno, con lo que se escucharon los característicos “WOW’s”.
Yo me dediqué a andar entre la gente contestando preguntas sobre los planetas, la luna, telescopios y, quijotescamente, desfaciendo entuertos maussánicos. Otra de las cosas que levantaron mucho entusiasmo fueron los indicadores laser, y les dábamos a entender que no eran un juguete y al preguntar por el precio se convencían que realmente no eran un juguete.
Por fin dieron la 23h, la hora final programada y las patrullas de vigilancia de la UNAM, prácticamente comenzaron a arriar a la gente indicando que el evento había terminado. Se procedió a levantar todo el equipo y el “stand” y nos fuimos contentos de haberle cumplido a la gente que se había congregado en la Segunda Noche de las Estrellas en la sede de Universidad Nacional Autónoma de México, mi alma Mater.
No me queda más que agradecer a Ada, Álvaro, Adri, Judith, Alzheimer y todos los demás amigos de Astronomía Educativa que me permitieron participar con ellos en este evento.
Alejandro Correa Benítez
Sociedad Astronómica del Planetario Alfa
Embajador plenipotenciario en el exilio.