Los orígenes de carne y hueso.
Por el Perplejo Sideral
Un niño de la clase preguntó ¿Cómo supo la hija del Faraón que el pequeño Moisés era un niño Hebreo? El Maestro se quedó mudo…Del fondo, se escucha un grito: ¡Estaba circuncidado! El niño Carl Sagan.
En noviembre 9 de 1934, Raquel Molly Gruber Sagan dió a luz a un niño: Carl Edward Sagan.
Prevalecen dos explicaciones para el nombre de Carl; la primera es que Raquel —Quién más—le pone el nombre en honor a su abuelo materno, Kalonymous, por lo que Carl vendría siendo un razonable equivalente americano; La otra, es que sería el nombre equivalente masculino de la abuela Clara, —antes Chaya—. Lo de Edward, venía por el Británico Edward, Duque de Windsor.
Era evidente la preferencia de Raquel por su hijito. Le procuraba la mejor comida, kosher, por supuesto y se aseguraba que lo que consumiera tuviera todas las vitaminas, minerales y proteinas habidas y por haber; Aun y cuando Carl se alimentaba muy bien, a Raquel siempre le pareció que “estaba flaco”.
Como correpondería a cualquier chico judio, Carl a los doce años (sic) hace su Bar Mitzvah.. Hay autores que señalan que Sagan hizo esta ceremonia judía a los 12 años, pero podría haber sido a los trece, me parece.
Un niño judío alcanza su mayoría de edad religiosa cuando cumple su décimotercer cumpleaños según el calendario Hebreo; Una niña, a los doce.
Un niño que alcanza esta edad es conocido como Bar Mitzvah; una niña es llamada Bat Mitzvá.. Estas palabras significan, ‘sujeto a los preceptos” e implica que una persona que alcanza esta edad ya no es considerada por la ley judía como un menor, sino como un adulto. Si se le acuerdan nuevos privilegios y derechos religiosos, es porque asume la entera responsabilidad por la observancia de todos los preceptos y mandamientos.
Como sea, Sagan cumple con la ceremonia. Curiosamente, uno de los que cumplieron la ceremonia junto con Sagan fue Paul Horowitz, radioastrónomo y pionero de la búsqueda de inteligencia extraterrestre.
Sagan, en una entrevista en 1991, trajo a tema que la familia era lo que se llamaba Judíos de la Reforma, un ala liberal del judaismo. Cari, la hermana de Carl decía que eran una familia judía “media”; ni muy liberal ni tan conservadora; Que Samuel papá tenía poco interés en el sistema cúltico, y que Raquel lo que más le importaba es que en la mesa jamás hubiera carne de puerco ni mariscos.
Hola, ¿tienes pecas en todas partes? En todas.
Raquel preguntándole a Samuel Sagan cuando lo conoció.
Una de las materias de estudio de más interés de Carl Sagan era la psicología. Consumió centenares de horas de lectura en este tópico. (Era Freudiano, ¡yes!). Y regularmente, en sus pláticas acerca de su formación, siempre se hacía presente la figura de su madre Raquel.
Cuenta su amiga Lynda Obst, productora de películas, que cuando se reunieron para platicar acerca de la posible filmación de Contacto, platicaron más de sus respectivas madres que de cualquier otra cosa, incluyendo el motivo original de la reunión.
¡Y, como no! Raquel, la pequeña judía, perseguida por los nazis, sumida en la pobreza, de orígenes humildes, sientiendose relegada por el padre, expulsada de dos continentes, con madrasta no deseada, casada con un modesto hombre de provincia, que ni siquiera el orgullo de la identidad judía tenía, descargó toda su histeria contenida en la formación de su hijo.
Se dice que que Carl Sagan fue una “Rachel´s Productions”.
Raquel era de prosa fresca, vivaz, elocuente, brillante, amiguera, histérica, había sido noviera, carismática y orgullosa. ¡Un verdadero torbellino! —Yomi, una golosina— ¿Quién sino el afable y paciente Samuel Sagan habría de soportarla, con su proverbial quietud?
El pequeño Carl debía ser el mejor, el más guapo, sano, inteligente y brillante. Todo lo que Raquel soñó, debería cumplirse en su hijo Carl.
Esta historia continuará… (prometo apurarme)
El Perplejo Sideral
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