Por “Buzz” Aldrin
Jueves, Julio 16 de 2009/Washington Post
Traducción Efraín Sánchez
En la mañana de primavera en 1927 cuando Charles Lindbergh se lanzó por si solo a través del Océano Atlántico, solo un puñado de exploradores-aventureros eran siquiera capaces de lograr semejante hazaña.
Muchos lo habían intentado antes del exitoso vuelo de Lindbergh, pero todos habían fracasado y muchos perdieron la vida en el proceso. La mayoría de la gente creía que el vuelo transatlántico era un sueño imposible. Pero 40 años después, 20,000 personas cruzan volando a salvo la misma ruta que el “Lone Eagle” había viajado. El vuelo transatlántico se ha convertido en algo de rutina.
Hoy hace cuarenta años, Mike Collins y yo comenzamos nuestro viaje de un cuarto de millón de millas a través de la inmensidad del espacio para alcanzar la Luna. Neil y Yo caminamos en su antigua y polvosa superficie, convirtiéndonos en los primeros humanos en posarse en otro mundo. Y hoy en día, ninguna nación -incluida la nuestra- es capaz de mandar a ningún ser humano más allá de la órbita de la tierra, mucho menos hacia espacio profundo.
Los últimos cuatro años la NASA se ha encontrado en un camino de reanudar la exploración lunar con personas, repitiendo (en una manera más elaborada) lo que Neil, Mike y nuestros colegas hicieron cuatro décadas atrás.
Pero este enfoque -llamado la “Visión para la exploración espacial”– no es visionario, ni conseguirá restaurar el liderazgo espacial a América. Como Apolo, su antecesor; este plan demostrará ser un callejón sin salida lleno de naves descompuestas, sueños rotos y políticas deficientes. En su lugar, Yo propongo una nueva Visión Unificada de Espacio, un plan para asegurar el liderazgo espacial para América en el siglo 21.
Requerirá construir nuevos cohetes desde cero, como ya se ha planeado, y requerirá usar al máximo la capacidad que tenemos sin quebrar el banco. Es un plan razonable y asequible –si pensamos en términos visionarios. Tanto en televisión como en las películas “Star Trek” ha mostrado lo que se puede lograr cuando nos atrevemos a “ir audazmente donde ningún hombre ha ido antes”.
En la vida real, yo he viajado ese camino, y se que con la meta correcta y el apoyo de la mayoría de los americanos, podemos ir audazmente, de nuevo.
Una carrera hacia la Luna es un callejón sin salida. Mientras que la superficie lunar se puede utilizar para desarrollar tecnologías avanzadas, es un lugar muy pobre para vivienda. La Luna es un mundo estéril, su cruda desolación hace un ambiente muy hostil para todos los seres vivos. Y reviviendo los días de gloria del Apolo no servirá para la causa del liderazgo espacial americano ni para inspirar el soporte y entusiasmo del público y la nueva generación de exploradores espaciales.
Ahora, Yo no estoy sugiriendo que América abandone la Luna por completo, solo que se olvide de una carrera enfocada en la Luna. Así como la luna es para toda la humanidad, debemos retornar como parte de una coalición internacional.
Usando naves y vehículos desarrollados por nuestros socios, podríamos probar en la luna las herramientas y equipo que necesitaremos para nuestro destino final: Habitar Marte a través de sus lunas. Dejemos que la superficie lunar sea el máximo bien común mientras nos enfocamos en metas más distantes y sustentables para revitalizar nuestro programa espacial.
Nuestra siguiente generación debe pensar de manera audaz en términos de un objetivo para el programa espacial: Marte para el futuro de América. No estoy sugiriendo unas cuantas visitas, plantar banderas y fotografías, sino un viaje para construir el primer asentamiento en el espacio: Una colonia Americana en un nuevo mundo.
La exploración robótica de Marte ha arrojado tentadoras pistas acerca de que alguna vez fue un planeta empapado en agua. En la profundidad de los suelos marcianos yace atrapado hielo de agua, posiblemente con restos aun existentes de formas de vida primitivas. El cambio climático en una escala vasta ha reformado Marte.
Con la tierra en medio de su propia evolución climatológica, puestos de avanzada humanos podrían ser un laboratorio virtual para estudiar estos vastos cambios planetarios.
Y la mejor manera de estudiar a Marte es con las dos manos, ojos y oídos de un geólogo, primero en una luna orbitando a Marte y luego en la superficie del planeta rojo. El movilizar el programa espacial a enfocarse en una colonia humana en Marte mientras que al mismo tiempo ayudando a nuestros socios internacionales explorar la luna por su propia cuenta podría galvanizar el apoyo público para la exploración espacial y podría inspirar a los jóvenes estudiantes americanos.
La exploración de Marte podría renovar nuestra industria espacial al abrir el desarrollo de tecnología a todos los participantes, no solo a los grandes contratistas aeroespaciales. Si pudimos evadir el precipicio de enfocarnos exclusivamente hacia la luna, podríamos estar en Marte para el 60 aniversario del vuelo Apolo 11.
Mucho se ha dicho recientemente acerca de la Visión de la exploración espacial y el futuro de la Estación Espacial Internacional (ISS). Mientras todos reflexionamos en nuestro histórico viaje a la Luna y el futuro del programa espacial, yo desafío a los líderes americanos a pensar audazmente y mirar más allá de la Luna.
Sí, mi visión de “Marte para América” requiere pensamiento audaz. Pero como mi amigo co-tripulante del programa Gemini, Jim Lovell ha mencionado, nuestros días de Apolo fueron un momento cuando hicimos cosas audaces para lograr el liderazgo espacial. Es hora que seamos audaces en el espacio de nuevo.
El escritor fue el segundo hombre en caminar en la Luna. El sirvió en la misión Gemini 12 como piloto en 1966, así mismo como el piloto del módulo lunar en la misión Apolo 11 en 1969. Su libro “Desolación Magnífica” fue publicado el mes pasado.