NO. NO HAY TAL LLUVIA DE ESTRELLAS
Parque Fundidora, Monterrey
Por Alejandro Correa Benitez
Sociedad Astronómica del Planetario Alfa
Pues bien, 31 de enero de 2009, la gran noche de las estrellas. Llegué al Parque Fundidora por ahí de la 5 de la tarde para montar un par de telescopios y unos binoculares en tripié. En cuanto me vieron llegar, se acercaron unas personas y dispararon la pregunta: –
-¿A qué horas va a empezar la lluvia de estrellas?
-No, señora. No hay tal lluvia de estrellas. El evento se llama La Noche de las Estrellas y es un evento mundial que inició en Francia y es la primera vez que México se une para inaugurar el Año Internacional de la Astronomía.
-¡Aaahh! Oiga, y así nublado ¿se puede ver la lluvia de estrellas?….
Como lo oyeron (perdón, lo leyeron) el cielo sobre nuestras cabezas estaba con una uniforme capa de nubes que nu ves nada de cielo. Pero lo último que se pierde es la esperanza y no estábamos dispuestos a ello. Mientras montaba todo el equipo iba respondiendo preguntas de las personas que empezaban a rodear el sitio.
De repente un rayo de Sol. De inmediato saqué el filtro de Iconel, lo puse en el objetivo del telescopio, ordené la fila y empezó la observación solar. De inmediato la fila se alargó. Aprovechando la ayuda de tres excelentes asistentes, uno se llamaba, creo que Ernesto, otro Alzheimer y el último no me acuerdo, mientras ellos orientaban a la gente en la observación por el telescopio yo le explicaba a la gente que nunca debemos ver el Sol sin la protección adecuada, pues el peligro de perder la vista es instantáneo.
Les mencione los diferentes filtros y les preste una de mis mascarillas con vidrio de soldador de 14 sombras. Como era de esperarse, el horizonte se fue comiendo el Sol por abajo.
Varios se perdieron la observación pero no el ánimo. Para entonces ya había aumentado el número de telescopios, pero las nubes seguían constantes. Estaban, los encargados de cada telescopio, con un rodete de personas alrededor escuchando con gran atención las explicaciones que se daba a las preguntas de la gente.
El tiempo pasaba y ¿Les mencioné que estaba nublado? Y la gente estoicamente esperaba… Ya a esta hora había oscurecido. Un huequito entre las nubes no permitió enfocar Venus. Como era lo único visible todos los telescopios, que ya eran unos 20, apuntaron a la diosa de la belleza, ordenadamente la gente se acercó al telescopio más próximo y muchos pudieron admirar al lucero de la tarde.
Surgió la pregunta esperada: ¿por qué se ve como una lunita? Aprovechando la “magnífica” iluminación del parque, con sus faroles esféricos, que al alumbrar para todos lados, como el Sol, uno de ellos me sirvió como tal y formé una maqueta viviente. Yo era Venus (hubiera preferido Adonis), el farol el Sol y la gente la Tierra, girando entre ellos y el farol me vieron convertirme del lucero de la tarde al lucero de la mañana.
Gran parte del tiempo, como gallardos caballeros de la ciencia, nos la pasamos deshaciendo entuertos maussánicos, con la salvedad que nosotros sabemos que son molinos pero hay alguien que los vende como auténticos gigantes. Ni modo.
Creo que ya les dije que estaba nublado, así que la explicación de cómo usar los planisferios que estábamos repartiendo a nombre del Poli la hacíamos en vacío ante un público con cara de what?
El mejor reto del día fue cuando una familia se me acerca y me dice, mostrándome una bolsa llena de triques, ¿Cree que se pueda hacer algo con esto? De imediato conteste: “Supongo que un telescopio”. Hubo que armar hasta los oculares, que traían los lentes sueltos. Lo más satisfactorio fue que cuando lo terminé de armar se despejaron la Luna y Venus y les demostré que su telescopio sí servía. Los despedí diciéndoles que su telescopio era mejor que el de Galileo, así que deberían superar las observaciones que el ínclito astrónomo había realizado.
Ya para entonces eran las 22:00h, la hora de cierre del Parque Fundidora … ¿y qué creen?…
¡Se despejó! Ya que pasaron los vigilantes retirando a la gente, las nubes se incluyeron y también se fueron. De modo que recogimos el equipo con un 90% de cielo libre de nubes.
Esto me hizo comprender una enseñanza de mi padre: “Cuidado con lo que pides porque se te puede conceder”. Y así fue. Yo le pedí al señor de los cielos que estuviera despejado hasta las diez, y hasta las diez se despejó. Para la próxima tendré que ser más específico.
Alguien pensaría que este escrito trata de fracasar un celebro, pero no a pesar de las nubes el evento atrajo a la gente, que se mantuvo atenta y curiosa todo el tiempo.
Si intentara mencionar a todos los que participaron la lista quedaría incompleta. De todos modos ahí les va: Alejandra, Eréndira, Lulú, Lalo, Jorge, Diamantina, Carlos, Pepe, Fernando, Esteban, y todos los demás. Y mejor ya le paro a esto de la escritura porque luego digo una costra porosa.
Como dijo mi compadre José Alfredo: “…Ojalá que les vaya bonito…”
Alejandro Correa Benítez