Por Pablo Lonnie Pacheco Railey
La fiesta ya pasó. Los invitados: el Sol, Venus, la Tierra y millones de espectadores que esperaban ansiosos ser testigos de un evento -que habrá de repetirse más de un siglo después- suspiramos, aliviados; tras una avalancha de emociones e incertidumbre por un clima que –traicionero- amenazaba con arruinar el encuentro. Y algunos, lamentablemente, ya no tuvieron ocasión de espiar la breve visita que la diosa de la belleza hizo al astro rey.
Contento porque no he recibido reporte alguno de personas lesionadas en su vista, celebro que en mi ciudad cientos de visitantes se hayan dado cita en el Planetario Alfa, en la UDEM y en la UANL para contemplar el tránsito de Venus frente al Sol por medio de múltiples telescopios, filtros y sistemas de proyección. Mi agradecimiento para la Universidad de Monterrey por recibirnos como sede para la observación del tránsito.
La amenaza fantasma
Temprano en la mañana del martes 5 de junio, el pronóstico del clima era desalentador: cielo nublado y lluvias. Y no hacía falta ser especialista para esperar condiciones así: la mañana era oscura, bajo un cielo completamente cubierto de densas nubes. Pero, si algo he aprendido en tantos años de observación es que la historia no está escrita y el clima “no tiene palabra”.
Nada menos, el día anterior al tránsito –el lunes 4 de junio- se esperaba un eclipse parcial de Luna, antes de amanecer. Lo mejor habría de acontecer entre 5 y 6 de la mañana. Publiqué que estaría en un parque, esperando a los interesados y cuando mi despertador sonó a las 4:30 AM y me asomé por la ventana, vi el cielo cerrado. Quise renunciar antes de tiempo pero ¿qué pasaría si algún optimista se presentaba a la cita? Más valía cumplir. Llegué al parque y con escepticismo me di cuenta de que de la Luna, sólo se veía su resplandor, atrás y arriba de las nubes. Ni siquiera su contorno. El eclipse inició ¡y ni quién lo viera! Ni siquiera yo. Seguía nublado. 5:15. 5:30. 5:45. Evidentemente nadie más vendría. Lo que yo no sabía era que en el momento de la centralidad, la protagonista del evento celeste sí se presentaría, puntual.
¡Sí, señor! Poco después de las 6:00 AM -en el mejor momento del eclipse- la Luna se dejó ver, con esa gran mordida que le hacía el oscuro contorno de la sombra terrestre. Lo dicho: “la fiesta no se acaba hasta que se acaba”. Y ahí estaba sólo, pero bien acompañado.
Así que ver un cielo cerrado el martes, no me desanimó, a pesar de que todavía a mediodía, abundaban las nubes. A las 3:00 PM algunos me preguntaban: -¿Se verá el tránsito? -“No lo se, pero más vale estar preparados”
Y la espera no fue en vano: el Sol se veía rebonito ¡lleno de manchas!
El sitio de observación
Pedro Valdes Sada imparte la asignatura de Astronomía en la Universidad de Monterrey y amablemente nos invitó a presenciar el tránsito desde el edificio de Residencias e la UDEM. El Planetario Alfa, muy cercano a la Sierra Madre, vería interrumpido el tránsito mucho antes de llegar el Sol al horizonte; pero éste era un lugar indicado. Una semana antes ya habíamos establecido el punto por donde habría de ocultarse el Sol tras el horizonte y de paso determinamos la posición de la estrella polar respecto a la topografía circunvecina. De día no se puede ver Polaris y los telescopios debían estar perfectamente alineados, así que referimos una cañada del cerro de las Mitras como nuestro “norte”.
Más de 20 telescopios e instrumentos se dispusieron en Residencias, en el jardín central y el corredor-balcón que está orientado hacia el oeste. Había todo tipo de telescopios: desde pequeños refractores, catadióptricos medianos, reflectores y sistemas de proyección para observación exclusiva del Sol. Los visitantes que llegaban a Residencias eran recibidos por una lona informativa con detalles del tránsito cortesía del Comité Nacional Noche de las Estrellas y Kosmos Scientific de México, S.A. de C.V.; quienes asimismo tuvieron a bien facilitar unos filtros para la observación del Sol.
A mí me acompañó el “viejo fiel”: un telescopio de 10″ Meade que serviría como montura glorificada para el PST (Personal Solar Telescope) de Coronado. Éste serviría para observar la estructura de la atmósfera solar y permitiría –tal vez- registrar la aproximación de Venus aún antes del primer contacto.
Obervaciones “Ponchito”
Alejandro Correa –socio de muchos años de la SAPA y entrañable amigo- sorprendió como siempre con sus demostraciones de lo que un observador entusiasta puede hacer con recursos limitados. Y no que no disponga de un telescopio mayor (un Celestron 8 que también apuntaba al Sol) sino que disfruta ver a familias y niños curiosear el evento con una máscara de cartón + filtro de soldador de 14 sombras, unos binoculares de 10X con el mismo filtro, así como un pequeño refractor que proyectaba nítidamente el disco solar hacia la tapa semitransparente de un tubo de papas fritas.
La magia del H-Alpha
Lo prometo: estaré preparado para el próximo tránsito ¿de Venus? No, ja ja ja, ése ya pasó; pero Mercurio cruzará frente al Sol el 9 de mayo de 2016 (Anótenlo en su agenda) y no quiero cometer el mismo error. Veamos.
Mi telescopio H-alpha estaba listo para mostrar el primer contacto y tenía fuertes sospechas de que me permitiría verlo poco antes de que fuera evidente en el resto de los instrumentos. ¿Por qué? Porque la emisión del Sol en hidrógeno ionizado (es decir, la luz del hidrógeno excitado) permite ver la actividad de su atmósfera (llamada cromosfera) más allá de la superficie del Sol. La cromosfera se alza cuando menos 2000 kilómetros por encima de la superficie brillante del Sol (la fotosfera) así que muy probablemente vería el disco oscuro de Venus proyectado sobre la cromosfera, antes de llegar a la fotosfera. Tenía también perfectamente determinado el punto por dónde ingresaría Venus (en muchos telescopios es fácil perder la noción de arriba y abajo, o en este caso: norte y este)
Todo parecía en su lugar pero me falló el cálculo. Venus sí se vio sobre la cromosfera solar ¡pero mucho antes de lo que yo esperaba! Para cuando me di cuenta, una tercera parte del planeta ya estaba “mordiendo” las espículas solares y grité de emoción (y algo de frustración, ja ja ja). ¡No lo podía creer! Venus se había anticipado seis minutos ANTES del “primer contacto” oficial y era perfectamente visible con el telescopio H-alpha. Y yo que creía que eso sólo lo detectaban los telescopios de la NASA, ja ja ja. Siempre se aprende algo nuevo. Seis minutos parece poco, pero superó por mucho mis expectativas.
El corazón latía estrepitosamente pero Venus se tomó su tiempo. Lentamente, se deslizó frente al borde solar.
Las observaciones inesperadas no habían terminado: mucho antes del segundo contacto el efecto de gota negra –alimentado por la turbulencia atmosférica- pareció distorsionar la figura de Venus. Por unos momentos, no parecía una esferita ingresando al disco solar, sino uno de esos fantasmitas de videojuego que persiguen al apurado Pac Man, pero negro (ése vale más puntos).
Poco a poco, antes de cerrarse la separación que rodeaba a Venus, otro efecto fantástico: entre las puntas –cada vez más juntas- del contorno solar, se formó un arco tenue de luz rojiza: ¡Un crepúsculo extraterrestre, dibujado por las nubes de Venus, iluminadas a contraluz! Es decir, aún no terminaba Venus de ingresar al disco iluminado del Sol, cuando ya era evidente la circunferencia completa del planeta. Algo muy similar sucede cuando una persona tiene un foco atrás de su cabeza y sus cabellos parecen iluminarse. Lo mismo sucedió con Venus y otros los confirmaron también: Pedro Valdés Sada, Luis Manzanero y Jorge Elias Gutiérrez. Pedro describió atinadamente el fenómeno del copete venusino como un “puente chino” sobre el borde solar.
¡Segundo contacto! ¡No, todavía no!
Grité emocionado “-¡Segundo contacto!” y la respuesta fue un frío “-¡TODAVÍA NO!”
¿Cómo de que no? Clarito se ve el disco completo adentro de … ¡Ah, sí! Venus ya estaba englobado por la cromosfera solar, pero todavía no ingresaba completamente a la fotosfera ¡Que interesante! Me fui al telescopio de Rafael Chávez; y dicho y hecho: Venus era aún una gran muesca redonda, que aún no “cerraba”. La vista en el telescopio de Ilsa Chapa también era genial: un Sol dorado, lleno de pecas con una perla negra invadiendo el borde del Sol. Así, sucedió algo insólito: pude observar dos veces el segundo contacto, en un mismo tránsito: primero en la cromosfera y la segunda ocasión en la fotosfera. Tomé todas las fotos que pude.
De ahí en delante, muchísimas personas se acercaron al pequeño telescopio. El PST parece un juguete pero el aspecto del Sol a través suyo era maravilloso. En el extremo opuesto del ingreso de Venus, dos grandes prominencias se levantaban perpendiculares a la superficie solar -como antenitas- y cuando menos otras 7 prominencias dibujaban rizos cerrados alrededor del Sol. A primera vista las “antenitas” no parecían muy grandes –es decir, comparadas con el Sol- pero no hay que olvidar que el Sol es ENORME: esos gases arrastrados por los campos magnéticos (que parecían, pero que no son llamaradas) alcanzaban una altura de ¡50,000 kilómetros! También se observaron –sobre el disco solar- largos filamentos de gas oscuro que se contorsionaban alrededor de las regiones activas.
Una hora antes del atardecer y el Sol se “transformó”. El rumor –en broma- de que su aspecto se había tornado similar al de Júpiter se debía a unas líneas de tendido eléctrico que se cruzaron en nuestro camino. Algunos sintieron que su secuencia de fotos se había arruinado. Otros lo festejaron como un detalle estético, revelador del aspecto humano, en la observación del evento.
A medida que el Sol se acercaba al horizonte, otra transformación se hizo evidente: la atmósfera terrestre estaba cobrando su factura. Además de que el aire turbulento hacía vibrar el pequeño lunar oscuro, me sorprendí de ver que mi última foto con el PST mostraba un Sol muy distorsionado. Parecía una sandía. Al revisar la imagen en la cámara pensé que había tomado mal la foto, pero pronto caí en cuenta que la imagen aplastada obedecía a la cercanía al horizonte. Así como una pajilla parece doblarse en un vaso de agua –a causa de la refracción- la imagen del Sol se había “doblado” al cruzar las capas de aire terrestre.
Se corrió la voz y ya casi no pude observar a través del PST. El lado bueno es que muchos contemplaron asombrados el conjunto del Sol, las manchas, las prominencias y el disco negro azabache de Venus. Ya no me fue posible observarlo y fotografiarlo durante la puesta de Sol (con el PST), por lo que decidí usar el telefoto a secas para captar el atardecer. Las únicas nubes que se dejaron ver durante todo el transcurso del fenómeno fueron unas delgadas hebras blancas que enmarcaron al Sol justo antes de perderse tras una distante meseta.
El Sol finalmente se escondió de nuestra vista y un momento memorable –además del evento celeste- fue que mi hijo –casi tan alto como yo- me abrazó fuertemente, diciendo: -Gracias, papá, por dejar que te acompañara a ver este tránsito.
Tras la puesta del Sol: Un nuevo Venus
Procuramos estar preparados para resolver las dudas que puedan surgir de los fenómenos celestes, pero cuando -tras el clímax, las porras y los aplausos- estábamos ya guardando nuestros equipos, surgió la pregunta insólita: un amigo se detuvo a ver los colores del hermoso crepúsculo y preguntó inocente: -“¿Y Venus?”. Lo miramos con una sonrisa, “peló” los ojos y estalló en una carcajada cuando cayó en cuenta de que ya conocía la respuesta. Y es que Venus ya ha dejado de ser “lucero de la tarde”. Este mismo fin de semana se presentará con una nueva faceta: ahora será el “lucero de la mañana” en los próximos meses.
¡Busquen a Venus! Los primeros días estará rasando el horizonte pocos minutos antes de la salida del Sol y exhibirá un diámetro dilatado y una fase sorprendentemente delgada. Necesitarán un cielo libre de nubes y un horizonte plano hacia el este. Unos simples binoculares de 10 X serán suficientes para mostrar su fase creciente y cualquier telescopio pequeño ofrecerá una imagen increíble. Venus se asomará casi en el mismo punto por donde “sale” el Sol.
Pablo Lonnie Pacheco Railey
Sociedad Astronómica del Planetario Alfa
www.astronomos.org
Saludos y cielos despejados.
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El autor es socio (desde 1988) y miembro honorario de la Sociedad Astronómica del Planetario Alfa, así como director de ASTRONOMOS.ORG www.astronomos.org Puedes reproducir este artículo libremente de manera total o parcial, siempre que se de crédito al autor y se indiquen sus correos electrónicos: pablo@astronomos.org, pablolonnie@yahoo.com.mx . Si detectas un error, favor de enviar correcciones y sugerencias a estos mismos.
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