Los libros que me gustan.
¿Qué son las palabras acostadas en un libro? ¿Qué son esos símbolos muertos? Nada. ¿Qué es un libro si no lo abrimos? Jorge Luis Borges

Los libros son verdaderos amigos. No reclaman si los dejas un rato o si los ignoras cuando pasas al lado de ellos sin saludarlos. Puedes llevarlos a casi todos los lugares, y si te acompañan a un restaurante, no se molestan si pasas el tiempo platicando con otros sin echarle siquiera una mirada.

En la intimidad, son excelentes. Quietos, pacientes y apacibles, esperan en el buró de tu cama a que te decidas tocarlos, recreándote en su cubierta y repitiendo el prólogo. Y lo mejor: No tienes que prometerles ni darles cuenta de nada, ni decirles que los quieres, ni llevarlos a cenar.

El libro es mucho, pero se conforma con poco. No requiere baterías y puedes usarlo cuantas veces quieras. No necesita de adulación, pues sabe lo que es, sino ¿dónde más cabrían el asombro, el conocimiento, la historia y la cosmología? Pueden también soportar la intriga, el temor y el testimonio, sea este cual fuere.

El acto de leer un libro tiene algo de mágico, incluso de antinatural. La evolución darwiniana de nuestros ojos ha servido a nuestros antepasados para localizar a presas, distinguir frutos comestibles, trazar rutas a través de montañas y bosques. Pero nadie hubiera podido imaginar que acabara también sirviendo para permanecer durante horas fijando la vista en pulpa de árbol prensada y manchada por miles de insectos de tinta. —S. Parra dixit

Se habla de la desaparición del libro; yo creo que es imposible. Se dirá qué diferencia puede haber entre un libro y un periódico o un disco. La diferencia es que un periódico se lee para el olvido, un disco se oye asimismo para el olvido, es algo mecánico por lo tanto frívolo. Un libro se lee para la memoria. —Borges dixit—

Por eso digo que el libro es un verdadero amigo, pues estos no se olvidan.

La recomendación de este bibliotecario que no cumple con su tarea —aunque quiere— recomienda algunos títulos que, si bien, puede ser que ya los tengamos —algunos tenemos muchos amigos— bien vale pena recordar lo que podemos releer.

En esta entrega recomiendo:

1. Tobin, James, Los Hermanos Wright —La conquista de los Cielos— El Ateneo
Lo conseguí en Librería Gandhi
Reseña desde: Aquí

Por algunos años he padecido la creencia de que el vuelo es posible para el hombre. Mi enfermedad se ha vuelto más severa y pienso que pronto me costará una incrementada cantidad de dinero, si no la vida. Eso escribió un reservado hombre joven de Ohio en 1900, uno más en una antigua línea de hombres que habían deseado volar, que lo habían anhelado apasionada, desesperada, inútilmente. Pero ahora, al comienzo del siglo XX, Wilbur Wright y un disperso puñado de otros aventureros se convencieron de que ese sueño al fin era posible, y en una impetuosa carrera a través de diez años y dos continentes, compitieron por la conquista de los cielos. James Tobin le ha dado al fin una forma definitiva a esa historia inspiradora. Durante años, Wilbur Wright y su hermano menor, Orville, experimentaron en la oscuridad total, sólo apoyados por su excepcional familia. Entretanto, el mundo observaba cómo el imperioso Samuel Langley, que contaba con un buen contrato del Departamento de Guerra de Estados Unidos y con todos los recursos de la Smithsonian Institution, trataba de agrandar sus modelos no tripulados para crear la primera máquina voladora manejada por un hombre. Pero mientras Langley se obsesionaba con el vuelo como un problema de poder, los Wright lo encaraban como un problema de equilibrio. Así, las máquinas siguieron dos cursos muy diferentes: la de Langley hacia el olvido, la de los Wright hacia el cielo. Según relata Tobin, el triunfo de los Wright de 1903 en Kitty Hawk, si bien reverenciado popularmente en Norteamérica, fue mal informado y poco creído. En Francia, los rivales se burlaban de los Wright, aunque se precipitaban a imitarlos. En la patria, el gran inventor Alexander Graham Bell tomó la bandera caída de su amigo Langley y la puso en las manos de un círculo de jóvenes osados, instándolos a entrar en el aire. De ese grupo surgió el motociclista Glenn Curtiss, el hombre más rápido del mundo, cuyo desafío aéreo a Wilbur Wright culminó en una confrontación…

2. Parry, Dan, Objetivo: La Luna—La Historia Inédita de la Mayor Aventura Humana—Planeta

Lo conseguí en Librería Castillo —Valle Oriente, junto a Sanborns
Reseña desde: Aquí
En el prólogo se narra la operación de alunizaje de un modo que el lector queda ya atrapado. Es ésta la única etapa de la misión que no había sido ensayada en condiciones reales, si bien en tierra se habían hecho todo tipo de simulaciones. En ella se concentra la verdadera novedad de la misión y su mayor riesgo. En vuelos anteriores, de los suborbitales a los realizados en órbita terrestre y luego en órbita lunar, se fueron ensayando con riesgo operaciones esenciales, tales como el paseo espacial, o la separación reversible del módulo lunar. La operación de alunizaje propiamente dicha resulta emocionante para el lector, que siente el riesgo como si él mismo la estuviera pilotando. No saben dónde han alunizado, pues se han pasado varios kilómetros del sitio asignado, sólo les ha sobrado combustible para unos 30 segundos más de una navegación que ha de hacerse en régimen manual para evitar rocas y cráteres, y además el ordenador no deja de reiterar un código de alarma que no saben interpretar y que luego resultaría corresponder a una sobredemanda de sus prestaciones. También en la operación de alunizaje reside el paso dado hacia lo desconocido: “un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad”, dijo Armstrong al pisar suelo lunar, aunque existen discrepancias sobre las palabras exactas.

3. Para los que gustan de los cohetes, ¿qué les parece este artículo de Popular Science? Enlace
Por ahora hasta aquí dejo las recomendaciones. Los invito a compartir los títulos de aquellos libros que les han gustado y que les gustaría que los demás leyeran y, por qué no, en un momento dado reunirnos para comentar en amena tertulia la aventura de habernos zambullido en las páginas de algún viejo amigo, un libro.

El Perplejo Sideral/Sociedad Astronómica del Planetario Alfa
SAPA Monterrey