La Bóveda Celeste está tapizada por tantos objetos que se antoja imposible clasificar y ordenar el cielo de manera alguna.

La manera más sencilla de resolver este problema fue dividiendo el cielo en constelaciones. La mayoría de éstas reflejan el pensamiento, las actividades y la imaginación de culturas pasadas.

La palabra constelación viene de constellatio, que significa “grupo de estrellas”, pues las constelaciones son eso: grupos de estrellas relacionadas visualmente. Tal vez pensemos que las constelaciones son herencia de la cultura grecorromana, pero en relidad son mucho más antiguas que eso.

El primer globo celeste conocido fue elaborado por Eudoxo de Knidos (403 a 350 a.C.). Era como un globo terráqueo con las constelaciones representadas en altorrelieve, sin estrellas, sólo las figuras mitológicas. Sin embargo sólo existen referencias a ese globo. No ha trascendido ningún trabajo de Eudoxo. El poeta Aratos (270 a.C.) es el que menciona en su obra Phainomena las casi 44 figuras que Eudoxo incluyó en su globo celeste. Aratos perteneció a la corte del Rey de Macedonia, Antigonas Gonatas.

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En algunas crónicas celestes, Eratóstenes (276-195 a.C.) menciona unas 42 constelaciones. Hiparco (146-127 a.C.) escribió un Catálogo en el que clasifica estrellas y constelaciones, mencionando 49 de éstas y en su Comentario de Eudoxo y Aratos enlista 46. En la Ilíada y la Odisea, Homero (alrededor del año 1,000 al 750 a.C.) menciona a las Pleyades, la Osa Mayor, Orión, el Boyero y las Hyades e indirectamente hace referencia a todos los personajes conocidos de la Esfera Celeste, exceptuando tan sólo al Cangrejo, el Cuervo y el Escorpión, por lo que parece evidente que Homero estaba al tanto de las obras antes mencionadas.

 LAS CONSTELACIONES CLÁSICAS

 En la actualidad, las que sobreviven y se consideran como las constelaciones “originales” son las 48 que incluye Ptolomeo en su obra Almagesto (73-151 d.C.), específicamente en los volúmenes VII y VIII. Ptolomeo hace referencia a aquellas de Eudoxo. Es casi seguro que este “catálogo de estrellas” es una copia del de Hiparco, editado por Ptolomeo para reflejar los cambios inducidos por la precesión entre los tiempos de Hiparco y los suyos, ago así como una “actualización”. ¿Por qué se considera que las constelaciones de Ptolomeo son las originales, si, como ya vimos, es un olímpico fusil? Pues porque la influencia histórica que tuvo el Almagesto en la Astronomía fue muy importante. Si bien su obra era una compilación, Ptolomeo hizo trascender sus propias ideas en el entender de futuros astrónomos, ideas que trascendieron ¡por más de 1,200 años! Algunas tan desafortunadas como aquella de que la Tierra estaba en el centro del Universo. El pensamiento de Ptolomeo es un resumen de los conceptos e interpretaciones más antiguas de los primeros astrónomos de Grecia y Asia Menor. Desafortunadamente, e independientemente de la riqueza cultural que traía consigo, las generaciones posteriores se aferraron a estos “conocimientos”, estancando la astronomía por más de un milenio. La gran escuela de astrónomos árabes y medievales son producto del Almagesto. Aunque Ptolomeo no pretendió llevarse todo el crédito, fue muy contundente al establecer que sus listados de estrellas y constelaciones eran a Versión Autorizada (canon).

 Las constelaciones de Ptolomeo son llamadas clásicas por costumbre y sólo una no ha sobrevivido íntegramente: Argo Navis, la Nave de los Argonautas. Es tan extensa que fue dividida (siglo XVIII) en partes menores sin perder su identidad. En 1928, la Unión Astronómica Internacional (IAU, pos sus siglas en inglés) estableció que este gran barco fuera convenientemente desmantelado y ahora está la Popa, el Casco y la Vela del Navío.

 La IAU establece que los nombres de las constelaciones sean en latín y cada una tiene un genitivo (cuya abreviación es en tres letras) que se utilizará para identificar estrellas y objetos importantes. A veces, por costumbre, tendemos a castellanizar algunos nombres (Ursa Major .- Osa Mayor). Cada constelación tiene –además- fronteras bien definidas y no hay lugar ya para nuevas constelaciones.

 LAS CONSTELACIONES MODERNAS

 Entre el siglo XVI y XVII, en la era de grandes exploraciones, los viajes al Hemisferio Sur Terrestre llevaron a los viajeros a contemplar estrellas que no habían sido nombradas o clasificadas por las grandes civilizaciones y que, por lo tanto, no estaban incluidas en ninguna constelación conocida. (Los pueblos de Oceanía, Los Incas y habitantes del sur de Africa ya habían visto y nombrado constelaciones en el cielo del sur, pero sus tradiciones no ha trascendido significativamente). Ante la lluvia de nueva información, los cartógrafos celestes se dieron gusto nombrando constelaciones en el “recién” descubierto cielo del Sur. Pero no había suficiente espacio. Fue tanta la fiebre por querer instituir nuevas constelaciones que hasta se buscaron recovecos entre las constelaciones visibles en el Norte y forzaron la introducción de nuevas constelaciones en estos espacios aparentemente ‘vacíos’. Se llegó al extremo de que se podían contar hasta 107 constelaciones, y el espacio estaba tan reñido que unos autores empalmaban sus constelaciones sobre otras, desacreditando las anteriores. Fue la Unión Astronómica Internacional la que puso fin a los desacuerdos y sólo reconoció oficialmente la existencia de 88 constelaciones.

 LOS CARTÓGRAFOS CELESTES

 Johannes Hevelius (1611-1687).- Astrónomo alemán reconocido por sus estudios de la superficie lunar. En 1687 terminó de realizar  un atlas de la esfera celeste presentado 56 hermosos grabados acompañados de un catalogo de estrellas. En este atlas presentó 7 nuevas constelaciones. Hevelius (o Hevelio) es también reconocido por sus estudios de la superficie solar, su rotación, nombró las fáculas en la fotosfera solar y fue el primero en observar las fases de Mercurio.

 Frederick de Houtman (1540-1627).- Navegante danés que se embarcó con Keyser a las Indias Orientales en 1595-97. Cartografió las estrellas que vió y de regreso entregó sus observaciones y notas a Plancius, quien a su vez distribuyó la información acerca de las nuevas constelaciones a los astrónomos y cartógrafos de la época.

 Pieter Dirksz Keyser (m. 1596).- Navegante danés que fue en un tiempo pupilo de Plancius. Acompañó a Houtman en su viaje a las Indias Orientales de 1595 a 1596, en una de las cuatro naves. Ambos siguieron las instrucciones de Plancius para recopilar información de los cielos del Sur. Keyser mapeó aproximadamente 200 estrellas cerca del Polo Sur Celeste. Entre Houtmann y Keyser introdujeron 12 “nuevas” constelaciones. Sin embargo, una de éstas, Triangulum Australe, ya había sido registrada por Amerigo Vespucci (Américo Vespucio) desde 1503. Keyser murió antes de concluir el viaje.

 Nicolas Louis Lacaille (1713-1762).- Astrónomo francés famoso por haber catalogado la posición de decenas de miles de estrellas. De 1750 a 1753 Lacaille estuvo en Sudáfrica, estudiando las estrellas del hemisferio Sur Celeste. De regreso a Francia publicó un catálogo de estrellas y un mapa de los cielos del Sur. Inventó 14 constelaciones nuevas para “rellenar” huecos en el Hemisferio Sur Celeste y contrario a los cartógrafos clásicos, no incluyó personajes mitológicos ni seres fantásticos, sino que escogió nombres que representaran el avance científico y tecnológico de la época. Aunque esta idea iba en contra de la tradición celeste, Lacaille era tan popular en la comunidad astronómica que no vacilaron en adoptar inmediatamente los patrones y nombres sugeridos por él.

 Gerard Mercator (1512-1594).- es tal vez el cartógrafo más reconocido. De origen danés, su estilo fue ampliamente aceptado y copiado. Sus dibujos y grabados eran muy apreciados. Contra lo que se pueda pensar, la proyección Mercator (común en los mapas actuales) no es creación suya, sin emargo, él fue el primero en aplicarla a cartas navegacionales. Se distinguó también por elaborar instrumentos matemáticos y astronómicos así como globos celestes.

 Amerigo Vespucci (1451-1512).- Navegante italiano que da nombre al Continente Americano. En 1503, Vespucii fue el primero en describir las constelaciones de Crux y Triangulum Australe en una carta dirigida a Pier Lorenzo de Medici.