Bienvenidos:
Gracias por llegar. No fue fácil, lo sabemos, pero la astronomía se ha encargado de reunirnos.
¿Les han preguntado para qué sirve la astronomía? Si ha servido para revelar la belleza, ya justificó su existencia. Además de la belleza, también nos ha enseñado la modestia. Seres brevísimos nos ha hecho comprender que somos, en la infinitud del tiempo y la inmensidad del espacio.
Entusiasta, un ramillete de maneras y formas de ser confluyen por el hermoso pretexto de la astronomía, que para practicarla, resulta la ciencia más hermosa, económica y reconfortante de todas.
A través de la historia, los aficionados a la astronomía han hecho contribuciones sorprendentes y les recuerdo que:
La astronomía relaja: Cómo a Hermann Goldschmidt, neurótico y depresivo pintor alemán del siglo XIX que viviendo en Paris, decide combatir su enfermedad observando el cielo, ¡descubriendo 14 asteroides!
La astronomía es compañera del buen humor: Lo confirma la historia de Will Hay, cómico inglés de los años 30´s y 40´s, que entre taquilla, telón y aplausos, descubrió la Gran Mancha Blanca de Saturno.
La astronomía sublima: Qué me dicen del modesto fotógrafo parroquial de Nashville, Emerson Barnard, rechazado por La Asociación Norteamericana para el Avance de la Ciencia por no saber matemáticas, pero sin darse por vencido, empieza a observar el cielo con un telescopio que él construye con unos pocos dólares ¡llegando a descubrir en total 19 cometas, y la estrella que lleva su nombre! Nada mal para un chico pobre de Nashville.
La astronomía inspira: En 1927 Clyde Tombaugh en la granja de su padre decide hacer su propio telescopio con sobrantes de maquinaria agrícola y el cigüeñal de un viejo coche Buick modelo 1910. Con el tiempo descubre Plutón.
¿Qué les parece la historia de aquel farmacéutico que detectó el ciclo de las manchas solares? ¡No, está mejor la historia de aquel oficial del ejercito austriaco que descubrió el cometa Biela!; otros prefieren recordar que a la estrella variable Mira, la descubrió un ministro luterano llamado David Fabricius.
No podemos dejar de recordar al músico del oboe, William Herschell que descubre Urano.
¿Qué me dicen de David Levy?, hasta donde sabemos, el máximo descubridor o co-descubridor de cometas —22— incluyendo el famoso Shomaker-Levy 9.
También nos sorprende el religioso metodista australiano, Robert Evans, campeón descubridor de supernovas con ¡40!, la mayoría con un telescopio de 16 pulgadas.
No olvidemos a Sir Patrick Moore, presentador de la BBC de Londres autor de varios libros sobre astronomía; y a Thomas Bopp astrónomo aficionado que compartió el descubrimiento del cometa Hale-Bopp en 1997 con un físico desempleado llamado Alan Hale.
Imposible dejar de lado a Milton Humason, el arriero del Monte Wilson que trabajaba llevando mulas a lo alto del cerro y que es contratado por el director del entonces naciente Observatorio Wilson y ¡termina prácticamente de socio del astrónomo dandy, Edwin Hubble!
En fin, qué historias.
Ahora, adultos, jóvenes y niños; profesionistas y amas de casa; ejecutivas y astrónomos profesionales; maestros, ingenieros, estudiantes y jubilados, todos juntos bajo un mismo domo, la esfera celeste, estamos haciendo una historia. La historia que se comparte.
Veintiún vueltas al Sol ha completado la SAPA. Y los que faltan. Gracias por unirse a nuestro festejo. Sean bienvenidos y siéntanse como en su propio planeta.
Sociedad Astronómica del Planetario Alfa.
El Perplejo Sideral.