Ciertamente el clima terrestre está condicionado en gran parte por el Sol.
Sin embargo, hasta ahora no se ha podido establecer una relación directa e inmediata entre la actividad de nuestra estrella y el clima terrestre. El clima es muy complejo y no comprendemos todas las variables que intervienen en éste. Por consecuencia, es muy difícil discriminar los efectos locales para percibir los efectos externos, tales como la actividad solar y ver así sus efectos propios. Hay estudios serios sobre este tipo de relaciones y es probable que los mayores resultados que se lleguen a obtener sean sobre relaciones en grandes períodos de tiempo.
Por otra parte, dentro de las variables climáticas, no están sólo aquellas acordes a la evolución que tiene nuestro planeta, sino también las provocadas por el hombre al devastar bosques y contaminar suelos, mares y atmósfera. Es tan importante este factor, que marcha actualmente a un ritmo más rápido que la evolución natural, provocando desajustes notables en el clima.
Los únicos efectos confirmados de la actividad solar sobre la Tierra son de tipo magnético. En las épocas de mayor actividad de manchas, se producen fenómenos energéticos conocidos como ráfagas, los cuales son eventos de reconección magnética en sectores de manchas solares. Cuando se produce una ráfaga de gran magnitud, la temperatura puede incrementarse por segundos en esa región hasta los 40 millones de grados K con una expulsión colosal de energía. Tal energía, al llegar a la Tierra, produce alteraciones en el campo magnético de la Tierra, auroras boreales, interferencias en las comunicaciones de onda corta y saturación en los instrumentos de satélites. También las expulsiones de masa coronal, que son emisiones de millones de toneladas de gases que se producen de dos a tres veces al día como mínimo, afectan el campo magnético de nuestro planeta.
Antonio Sánchez Ibarra/101 Preguntas sobre astronomía
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