Si buscas información profunda y puntual de astrónomo, entraste a la página equivocada. Aquí vivimos los perplejos y sí se nos permite presentar este artículo es gracias a la vocación democrática de nuestros anfitriones.

Los perplejos somos aquellos que vivimos asombrados de contemplar el cielo, pero no entendemos la mayoría de las cosas que entienden los que no son perplejos.

Es decir, amigo perplejo: ¿no te parecen chocantes aquellos que parecen saberlo todo? ¿Te sientes infinitesimal cuando te paras frente a un telescopio, no por lo que ves a través del instrumento, ¡Sino porque no logras ver nada, ya que ni siquiera sabes para dónde está la estrella polar!?

¿Te han dado deseos de apretarle el cuello a la persona que explica fluidamente las constelaciones y nombra una por una las estrellas que conforman dicha constelación? Si a las tres preguntas has contestado afirmativamente, entonces ¡Bienvenido, eres un perplejo! No estás solo…al menos ya somos dos.

¿Cómo identificar a un perplejo?

Muy fácil: son los más callados, observadores y tímidos que buscan el oscuro rincón que asegure el anonimato en la última fila, banca o muro que les proporcione seguridad, tratando de pasar desapercibido, rehuyendo la mirada, pero sobre todo, deseando que nadie vaya a preguntarle la densidad de la tierra, la distancia de la tierra al sol, o que repita la última frase del explicador que está a cargo de la conferencia de turno.

El Perplejo quiere aprender astronomía pero tiene algunas cosillas en contra: En primer lugar que sus maestros de primaria le han enseñado que el Sol no es una estrella; Que su papá tenía un conocimiento del Sol algo sui generis: “mijo, el Sol es una bebida de cebada refrescante y nutritiva que tu mamá se niega a reconocer”; Que la lectura de su niñez llegaba cuando mucho al Kalimán y de adolescente, al paroxismo, con Fantomas, La Amenaza Elegante. De manera que el perplejo, por su misma capacidad increíble de asombro (de ahí su nombre), cuando se encuentra con la astronomía llega a pensar que tal ciencia no puede ser para él, ya que ha escuchado que la astronomía es un “hobbie”, que por la naturaleza misma del nombre “debe de ser un pasatiempo carísimo”, ya que hasta en inglés se refieren a él…

Lo qué anima a un perplejo.

Un buen día, los perplejos llegan a conocer historias como la de aquel hombre que siendo huérfano, debió de trabajar desde los nueve años en un estudio de fotografía y que decide, apoyado por sus amigos, fabricar un telescopio ¡a mano limpia! Este muchachón se entusiasma cada día más con la práctica de la observación estelar, misma que realiza desde el techo del edificio donde trabaja, llegando a poner en riesgo la construcción, ya que había decidido invitar a todo aquel que quisiera observar a través de su telescopio.

El rancho se contagia

Medio pueblo subía al edificio para participar y acompañar a este entusiasta joven; En esos días el proceso de agrandar una fotografía era muy difícil y requería de una fuente de luz intensa; Aprovechando el Sol, y trabajando desde la azotea del estudio, logró desarrollar una técnica que mantuvo guardada por cerca de seis años. Con su artesanal telescopio y apoyado por los conocimientos que había adquirido en el estudio de fotografía, innova técnicas, y logra impresiones del Sol nunca antes realizadas. Guarda celosamente su secreto. No se siente seguro. Le habían insinuado que era un perplejo. Pero una característica de los perplejos es que somos cursis, por lo tanto, candorosos. El joven de nuestra historia tuvo “el atrevimiento” de pensar que la astronomía era para él. ¿Que importaba que fuese pobre, que no poseyera estudios y ni siquiera un telescopio decente?

Se entera por la prensa que la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia estaba por celebrarse en su ciudad. No lo pensó más: iría a buscar a un conocedor, al mismísimo presidente de la Asociación y le plantearía su deseo de dedicarse con alma, corazón y para siempre, al nuevo amor de su vida: la astronomía.

Buscaría lo anhelado, lo nunca tenido, lo siempre deseado: Una palabra de ánimo, una figura de autoridad, una imagen paternal que lo impulsara. Se puso su mejor traje y se esmeró en el almidonado de su camisa, que hacía tiempo en sus orígenes, había sido blanca.

Por fin, al terminar la reunión ve la ansiada oportunidad de abordarlo. Le expone su caso, le explica qué hace, lo que ha logrado con su modesto telescopio; Le muestra, cual niño orgulloso de su tarea, su logros fotográficos y por fin, le dice lo que anhela: Señor, he encontrado lo que deseo hacer por el tiempo que me resta de vida: Vivir enamorado de la astronomía. Por favor, le ruego me de su opinión… El hombre se le queda viendo de pies a cabeza. No es precisamente lo que estaba acostumbrado a mirar: Vio un traje desgastado, zapatos viejos, camisa amarillenta y sombrero descolorido. Pasó por alto su mirada brillante y su voz vibrante y emotiva. Mire amigo, le dijo: ¿qué grado escolar tiene? Ni siquiera la primaria, le contesta el joven. Hum, me lo temía, contesto el científico, y agregó: ¿qué acaso no sabes muchacho que la astronomía requiere de toneladas de matemáticas? Anda, regrésate a tu techo, toma tu telescopio, sigue invitando a la gente y permanece como hasta ahora: tomando a la astronomía como un hobbie…El hombre de ciencia dio media vuelta y desapareció.

El joven se quedó perplejo…No solo no había conseguido ánimo sino que ahora se enfrentaba a la realidad: Era más fácil conseguir lo contrario: El desánimo. Se encaminó al edificio más cercano, ese que poseía unas inmensas columnas y en una de ellas se recargó y lloró profusamente.

El muchacho de la película se crece ante el castigo.

Desafiado por su experiencia con Mr. Newcomb, que así se llamaba este nuevo paradigma de la motivación, el joven tomó con más energía, noche tras noche, la exploración del cielo a través de su telescopio. Una noche de 1881, como recompensa a las largas horas de trabajo, divisó en el cielo un cometa que más tarde se llamaría 1881 VI.

Una fundación de Nueva York pagaba en ese entonces 200 dólares por cometa que se descubría. Nuestro héroe usó ese dinero para dar un pago de la hipoteca de su casa. Un año más tarde, descubrió otro cometa.

En 1883 fue invitado a atender en la Universidad de Vanderbilt, en su ciudad natal de Nashville, TN. e inició una nueva vida en el campus universitario.

En 1892 lleva a cabo el estudio de la supernova aparecida en dicho año. De este modo logró descubrir la existencia de la materia eyectada, gracias a lo cual pudo confirmar que se trataba de una estrella que sufría un proceso de expansión.

Descubrió también, en el año 1892, la existencia de un quinto cuerpo alrededor de Júpiter, que sería más tarde bautizado con el nombre de Amaltea. En total, descubrió 19 cometas, y la estrella de Barnard, el sistema estelar más cercano al Sol. Nada mal para un chico pobre de Nashville.

El joven de nuestra historia se llamaba Edward Emerson Barnard y nació en 1857 en Nashville, TN.

Barnard pudo, en un momento, sacarle la lengua a las matemáticas…

No te emociones perplejo, no todos los días nace un Barnard, pero si nace un perplejo. Es por eso que te invito a que en esta página podamos platicar de aquellas cosas que emocionan a los perplejos, pero no se atreven a preguntar. ¿La razón? Por miedo a que se les etiquete, por cuestiones culturales, vergüenza, qué se yo.. Lo más seguro es que sea por perplejos.

Si tú eres como yo, te invito a que leamos y aprendamos juntos. A soñar que podremos un día, quizá, como Barnard, con entusiasmo y dedicación entender mejor las cosas de arriba, aunque algunos de abajo no nos tengan paciencia ni consideración. ¡Perplejos del mundo, uníos!

Sabihondos, absténganse. Coman frutas y verduras.

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Carlos Raúl López Soberanes es miembro de la Sociedad Astronómica del Planetario Alfa por misericordia de sus amigos, ya que últimamente se ha convertido por razones ajenas a él, en cometa de periodo corto. —A veces largo— Es miembro fundador del Centro de Astronomía y Ciencias de la Tierra, A.C. Hace algunos años fundó con Pablo Lonnie Pacheco el site de divulgación www.astronomos.org, donde Lonnie enseña astronomía y él se divierte armando y desarmando la página web y escribiendo temas relacionados con la astronomía bajo el seudónimo de El Perplejo Sideral. Puedes leer más información de él en la sección autores de este sitio Web