¡TODO PUEDE PASAR EN MINA!
Salida a Mina: Noche del 24-25 de enero de 2009
por Alfonso Treviño
Dicen que uno no puede conseguir bueno, bonito y barato, las tres cosas al mismo tiempo. Cuando salimos a Mina siempre nos pasa igual: procuramos salir cuando hay luna nueva, para que no interfiera con la observación del cielo profundo, pues su luz es tanta que ilumina todo el cielo y hasta hace que se proyecten sombras.
Sin embargo, a veces pasa que un fenómeno celeste en particular ocurra en temporada de luna llena o que caiga entre semana y eso haga difícil que todos los mineros nos podamos desvelar.
Cuando salimos de excursión con luna nueva siempre pasa algo: o se nubla, el viento sopla como loco, llenándonos de tierra a nosotros y a nuestros equipos; o nunca falta que a alguien (donde “alguien” es por lo general mínimo dos astrónomos) tenga problemas con su telescopio que no quiere comportarse como le enseñaron en los talleres de Meade o Celestron, o simplemente llegamos a Mina y cuando estamos armando nos damos cuenta de que algo olvidamos (por cierto, lo contrario también ocurre: la salida anterior Manuel encontró el hulito de la cámara que se pone en la mirilla –eyecup-, que se le había quedado en una salida previa, y cabe decir que lo encontró justamente donde se le había caído, lo cual habla mucho de la cantidad de visitantes que recibe nuestro punto de observación cuando no estamos ahí).
Pues bien, en nuestra salida del 24 de enero todo nos pasó: tuvimos arena, nublado, telescopios rebeldes y “¡chin! Se me olvidó…”, pero es mejor que ya entre de lleno en la narrativa de esta expedición.
En la aventurita que narro a continuación participamos: Alejandra Arreola, Carlos Cantú, Carmen Montemayor, Citlali Rangel, Efraín Sánchez, Ivett Miranda, Javier Villarreal, José Mtanos, José Narro, Luis Montemayor, Manuel Cabrera y un servidor.
A pesar de que el sábado 17 tuvimos una muy interesante plática en la reunión semanal de la SAPA sobre meteorología, como buenos astrónomos nos seguimos volcando sobre la información de los pronósticos del tiempo, tanto los de la televisión como los que se publican en Internet. A diferencia de otras salidas, en las que Manuel nos manda la convocatoria con varios días de anticipación, todo optimista y augurando cielos despejados para al final encontrarnos con unas feas nubes, en esta ocasión se esperó hasta el viernes para convocarnos.
No obstante, el viernes en la tarde/noche se nubló un poco el cielo y el sábado amaneció con un poquito de bruma, la cual afortunadamente decidió dejarnos en paz.
Para esta salida habíamos quedado de vernos en la acostumbrada gasolinera de punto de reunión a las 4:45, pero aparentemente a todos se nos hizo algo tarde. Pepe Narro y Carmen amablemente pasaron por mí y cuando llegamos al punto de reunión ya nos esperaban Pepe Mtanos, Manuel y Citlali. Eran como las 5:30.
Compramos los comestibles y bebidas necesarias y emprendimos la marcha para Mina.
Conforme avanzábamos nos asustaba la polvareda que se veía venir hacia nosotros. “Empanizada segura”, pensamos. Cuando llegamos a Mina el viento soplaba muy fuerte, en mi experiencia personal creo que es la vez que más fuerte me ha tocado que sople el viento. Casi todos dudábamos de sacar los equipos, sabiendo la buena enterregada que se darían.
Sólo Manuel, valiente y no temeroso de la tierra, no le dio mucha importancia y sacó su cámara EOS XTi, la montó sobre el tripié y la conectó a su laptop, para de esa manera configurarla para que tomara una foto cada cierta cantidad de segundos, con el fin último de hacer una secuencia desde que se ponía el Sol hasta que las estrellas brillaban en el cielo nocturno. Cabe decir que le quedó muy bien, y la secuencia incluye un misterioso fenómeno digno de los que reporta Jaime Maussan: la aparición de una luz roja que se movía por entre el desierto. Un análisis rápido de Manuel reveló la verdad: era la luz de mi lámpara de cabeza, la cual la tuve prendida en un viaje que hice al “baño”, jaja.
Manuel se dispuso a armar su LXD75 cuando llegaron, casi juntitos, Javier y Carlos. Carlos rápidamente eligió un lugar, montó su sofisticado equipo, lo dejó programado y se fue a platicar con nosotros.
Cuando el Sol ya estaba casi abajo del horizonte el viento disminuyó su velocidad dramáticamente, por lo que los demás nos vimos valientes y decidimos armar nuestros equipos.
La noche estaba despejada. No podíamos pedir cielos mejores. Todos comenzamos a hacer nuestras observaciones, pero rápidamente fuimos presas del hambre y, como había algo de tierra en el ambiente, casi todos nos refugiamos en los carros para saborear los Lonchibón, Delimex, o cualquiera que fuese la marca de nuestros sándwiches que habíamos comprado en la tienda adjunta a la gasolinera.
Más tarde llegó Ivett con su súper telescopio y por un par de horas fuimos los únicos en participar en la expedición. Alejandra y Efraín no llegaban y suponíamos que se habían ido a apoyar a Lonnie a un evento que tenía en Las Termas de San Joaquín, pero cerca de las diez de la noche hicieron su aparición. Luis llegó también tarde, aunque no recuerdo si antes que Ale y Efraín o despuecillo.
Bueno, pues ya les platiqué que cuando llegamos nos tocó viento y tierra, pero que el cielo estuvo despejado, pero cerca de la medianoche se nubló el cielo por completo, mas al cabo de veinte o treinta minutos se fue despejando de nuevo, comenzando por el cenit.
Tierra, nubes. Ya llevamos dos de las cosas típicas que pasan en Mina. ¿Qué más? Telescopios raros. Todos tuvimos algún problemilla, pero en esta ocasión Ivett fue la que más sufrió, pues durante cerca de una hora no pudo alinear su telescopio. A final de cuentas, gracias a la ayuda de Pepe Narro y de Manuel, lo consiguió. El diagnóstico que se dio fue que al momento de que Ivett actualizó el firmware –software grabado a nivel de hardware- de su telescopio se reiniciaron todos los parámetros de su telescopio, incluyendo el del tipo de montura que ella maneja, que es Smart Mount, base para el efectivo manejo del LX200.
Mis fotos de la noche estuvieron pésimas, pero ahora no hubo comentarios hacia Manuel que sonaran comprometedores, jaja, pero en esta ocasión estaba Citlali muy al pendiente.
En la sección de olvidos Pepe Narro olvidó su cámara y su laptop.
En la sección de buenas fotos estuvieron Efraín, Luis, Javier, Carlos y José Mtanos. Efraín nos mostró una cajita y cable para manejar por control remoto las cámaras EOS de Canon. Me pareció muy interesante y le pedí que me lo prestara en la siguiente salida para evaluarlo contra el control remoto inalámbrico que tengo. Efraín, muy amablemente, ha puesto a disposición del grupo la posibilidad de adquirir uno de estos novedosos aparatitos. Javier, Carlos y José Mtanos se retiraron temprano.
Después de una excelente velada nos fuimos a eso de las siete u ocho de la mañana a desayunar a una conocida franquicia de hot cakes y regresamos a nuestras casas. Ivett no pudo acompañarnos a desayunar, pues tenía un compromiso el domingo por la mañana.
Durante el desayuno vimos algunas de las fotos en las laptops de quienes habían llevado, contamos chistes y bromeamos.
Un tema que puede ser cómico, pero que creo que es importante y que lo platicamos en el desayuno es el de las tapas. A más de uno nos ha pasado que queremos ya sea tomar una foto o ver por el telescopio y nos frustramos al no poder hacerlo… por no haber quitado la tapa. También es muy importante, para aquéllos que tienen telescopios que llevan pesas, quitar la tapa antes de ponérselas, pues el balance es distinto con y sin ella.
Otra cosa muy importante: quienes quieran salir a Mina deben de llevar mucha ropa de invierno. Aunque la temperatura del día era bastante calurosa, no hay que olvidar que Mina es un desierto y en la noche desciende mucho. Yo me confié y no lleve guantes, y hubo momentos en que quise, aunque fuera por un minuto, quitarme el frío de las manos.
Quiero cerrar este artículo con un agradecimiento a todas las personas que participan en estas excursiones. La primera vez que fui a Mina fui con unos pocos amigos, pero con el tiempo el grupo de mineros fue creciendo y se añadieron personas que al principio eran completos extraños o extrañas para mí. Ya no. Lo más importante que Mina nos ha dejado a este grupo de mineros es una cálida amistad. Quien no pertenezca a este grupo está invitado a unírsenos. Les aseguro que, además de satisfacciones astronómicas, encontrarán un excelente grupo de amigos.
Hasta la próxima.
Alfonso Treviño
atrevino@itesm.mx